Miedos infantiles: a la oscuridad, a los extraños, a quedarse solos, a dormir solos, etc.,

La responsabilidad de un adulto es ayudar al niño a entender y manejar estos miedos, no desestimarlos. Para hacer esto, es importante que el adulto esté consciente de sus propias reacciones. Un adulto que se muestra ansioso o temeroso puede transmitir inadvertidamente esos sentimientos al niño.

Es fundamental que al enfrentar estos miedos, el niño se sienta respaldado y seguro. Esto no significa eliminar el miedo, sino ayudar al niño a desarrollar estrategias para enfrentarlo. Por ejemplo, si un niño teme a la oscuridad, se le puede enseñar a usar una luz nocturna o a entender que la oscuridad es simplemente la ausencia de luz. Si un niño teme a los extraños, se le puede enseñar sobre la importancia de la seguridad, pero también que no todas las personas desconocidas son una amenaza.

El objetivo final es empoderar al niño para que maneje sus propios miedos. Este es un proceso que requiere paciencia y comprensión, pero que también puede ser una oportunidad para fortalecer el vínculo entre el adulto y el niño.

Enfrentar y superar los miedos infantiles puede ser una experiencia de aprendizaje valiosa que ayuda a un niño a desplegar su potencial. Estos miedos pueden ser un medio para enseñarle a un niño sobre la valentía, la resiliencia y la autoconfianza. Además, estos miedos son una oportunidad para enseñar a un niño que está bien sentir miedo y que todos, incluso los adultos, tienen miedos.

En última instancia, enfrentar y superar los miedos infantiles es un paso hacia vivir plenamente. Al entender y manejar estos miedos, un niño puede aprender a enfrentar otros desafíos y dificultades que pueda encontrar a lo largo de su vida. Así, estos miedos pueden ser una herramienta de autoconocimiento y crecimiento personal.

Si no te sientes bien recuerda que lo más importante es plantearse acudir a un profesional de la salud. Solicitar acompañamiento